Nietzsche entre Deleuze...


Nietzsche entre Deleuze, 
el Eterno Retorno de la diferencia en el juego de lo impersonal

Florencia Gaillour & Santiago Diaz
UNMdP | 2013


La muerte de dios imaginada por Nietzsche es el efecto de la decadencia de la identidad lógica, la igualdad matemática y el equilibrio físico. Ante esto, el Eterno Retorno demanda otro principio que la mismidad, la identidad y la armonía, puesto que no es lo mismo o lo uno lo que retorna sino que el propio retorno es lo uno que se dice únicamente de lo diverso y de lo que difiere (DELEUZE, 2008b: p. 69). El retornar es el ser de lo que deviene, de lo múltiple, de lo desigual (DELEUZE, 2000: p. 284), es la eternidad del retorno como principio de producción de lo diferente y su repetición[1]

El tiempo se sale de sus goznes y retorna más allá de la pasión de un instante coaccionado por los demás, vuelve como la liberación del instante por fuera del tiempo, un instante que determina a los demás el determinarse a sí mismo a partir de lo que afirma (DELEUZE, 2008b: p. 269). Así, el Eterno Retorno se presenta como síntesis del tiempo y sus dimensiones, de lo diverso y sus repeticiones, del devenir y del ser que se afirma en el devenir, síntesis de doble afirmación (Ibíd., p. 72).




Para Deleuze, Nietzsche hace del Ser devenir y pura afirmación, es decir, el ser no es lo que se afirma sino que la propia afirmación es el ser. La afirmación es devenir en tanto que es objeto de otra afirmación que eleva el devenir al ser o que extrae el ser del devenir. En este caso, se tiene una doble afirmación: se afirma la afirmación (DELEUZE, 2008b: p. 260). Ante la constante del nihilismo que rescata una (falsa) afirmación a partir de una doble negación, Nietzsche da cuenta de una doble afirmación que conlleva a una negación de todo lo verdadero, de lo real, para afirmar no la carga y el pesado espíritu, sino liberar, descargar lo que vive. De ahí que la afirmación permita aligerar el peso de los valores superiores, no para negarlos en directa oposición –algo propiamente de lo negativo-, sino para diferenciarlos y desmistificarlos. La afirmación, según Deleuze, difiere de la negación, ya que el movimiento característico de la afirmación es la diferencia: la afirmación es placer y juego de su propia diferencia, como la negación es dolor y trabajo de la oposición que le es propia (Ibíd., p. 263)

El juego de la diferencia en la afirmación se presenta como lo múltiple, el devenir y el azar, una triple diferencia entre lo uno y lo otro, con uno mismo y entre todos. Es una reflexión impersonal que se pliega a la vez que se diferencia: se desdobla la afirmación de lo múltiple, el devenir y el azar coimplicándose en un juego diferencial de fuerzas activas que no hacen más que liberar la vida. Por ello, la característica de la afirmación, en su doble condición, es el volver, el retornar, es el ser de la diferencia en tanto que tal o el eterno retorno (Ibíd., p. 264); y es la voluntad de poder la que produce y despliega la diferencia de la afirmación, quien hace del retorno un insistente juego de afirmación de la diferencia en el devenir creativo de lo vital (DELEUZE, 2000: p. 278).




Nietzsche trae una apertura creativa de afirmación de la vida, el azar y el devenir, desde una dramática expresiva que conjuga la risa, el juego y la danza como modos activos de transmutar el sufrimiento en alegría, lo bajo en alto y lo pesado en ligero (DELEUZE, 2008b: p. 270; Cf. Ibíd., p. 239). En este sentido, la transmutación de todos los valores toma plena fuerza activa como juego guerrero de la diferencia (Ibíd., p. 266), o bien, como un devenir-activo de las fuerzas en tensión, y para esto, dice Nietzsche, hace falta el “niño”. Hace falta ese jugador que convierta el azar en objeto de afirmación, de alegre valoración impersonal, porque solamente lo impersonal abre a la creación (SCHÉRER, 2012: p. 32.). Se trata de esa transmutación de todo lo negativo, de lo propiamente reactivo del hombre, de la esencia humana que no produce sino un devenir-reactivo de todas las fuerzas (DELEUZE, 2008b: p. 235.). 

Toda inversión de valores que se pretenda desde el hombre no será más que negación y resentimiento bajo una máscara densa de ascetismo, ya que afirmar los valores nuevos es afirmar lo nuevo que valora (Ibíd., p. 240.), y esta afirmación sólo es posible por encima del hombre, por fuera de él (Ibíd., p. 247). Según Deleuze, el Superhombre no es una persona, sino un personaje[2] que designa todo lo que puede ser afirmado, o mejor, es la forma superior de lo que es: una grieta, un desprendimiento, un desgarramiento directo de todo lo humano. La transvaloración es posible sólo a partir de la disolución inminente del hombre como esencia reactiva y nihilizante, para abrir el juego inmanente del “niño” que afirma lo sobrehumano desde la creación de nuevos valores trans-históricos, supra-históricos, en el caos creativo del Eterno Retorno, ese caos intensivo donde las grandes creaciones surgen en los límites de lo vivible (DELEUZE, 2000: p. 286).


“El superhombre se define por una nueva manera de sentir: otro sujeto que el hombre, otro tipo que el tipo humano. Una nueva manera de pensar, otros predicados que el divino; porque lo divino sigue siendo una manera de conservar al hombre, y de conservar lo esencial de Dios, Dios como atributo. Una nueva manera de valorar: no un cambio de valores, no una permutación abstracta o una inversión dialéctica, sino un cambio y una inversión en el elemento del que deriva el valor de los valores, una ʽtransvaloración’.” (DELEUZE, 2000: p. 230)



Fragmento de "Estilos Nietzscheanos sobre el Eterno Retorno y el Superhombre. 
Aproximaciones desde Klossowski, Foucault y Deleuze", pp. 130-132


  • DELEUZE, G. (2000): “Sur la volonté de puissance et l'éternel retour” en Deleuze, G. (Comp.): Nietzsche. Colloque de Royaumont. Paris: Les Édtiones de Minuit, pp. 275-287.
  • DELEUZE, G. (2008a): Foucault. Trad. José Vázquez Pérez. Buenos Aires: Paidós.
  • DELEUZE, G. (2008b): Nietzsche y la filosofía. Trad. Carmen Artal. Barcelona: Anagrama.
  • DELEUZE, G. (2009): Diferencia y repetición. Trad. María Silvia Delpy y Hugo Beccacece. Bs. As.: Amorrortu.
  • SCHÉRER, R(2012): Miradas sobre Deleuze. Trad. Sebastián Puente. Bs. As.: Cactus.





[1] Cf. DELEUZE, 2008b: p. 73; DELEUZE, 2009: pp. 79-80: “El Ser se dice en único y mismo sentido, pero este sentido es el del eterno retorno, como retorno o repetición de aquello de lo cual se dice. La rueda en el eterno retorno es a la vez producción de la repetición a partir de la diferencia, y selección de la diferencia a partir de la repetición.”
[2] El personaje no deja lugar al yo, sino que es un espacio abierto que agrupa los momentos intensos, las tensiones, los umbrales, las fuerzas singulares que configuran un cuerpo: el personaje es lo que libera las singularidades intensivas como una figura pre-subjetiva. Cf. DELEUZE, 2010, pp. 63-85.

Pensar el cine 2014


Universidad Nacional de Mar del Plata
Universidad de Verano
Pensar Deleuze


Pensar el Cine. 
Deleuze, una estética intensiva de las imágenes.





En el marco del Programa Universidad de Verano, se dictó recientemente el curso "Pensar el cine. Deleuze una estética intensiva de las imágenes". Un curso de cine y filosofía, desde una perspectiva deleuziana. Una propuesta de pensar una estética de las imágenes desde una filosofía nómade de las intensidades, una apuesta por trazar lazos con lo no-filosófico, con esos territorios de exploración ajena que provocan una experimentación de lo nuevo. 




Lo no-filosófico emerge como aquello que hace intervenir cierta vitalidad sobre las prácticas disciplinares de la filosofía. En este caso, el cine se presenta como una oportunidad no-filosófica de experimentación sensible, o mejor, como una experiencia intensiva del pensamiento: las ideas se filman, se escriben, se esculpen, las ideas se componen... no como una idea justa, sino como "justamente una idea"...



Las ideas no son algo resuelto, o una propuesta concluida, sino un problema, un conflicto, una querella, una discusión, una ruptura, una grieta... o como decía Artaud, un "choque" en el pensamiento... Las ideas no proponen más que andar el límite, recorrer esa frontera invisible que sólo se puede videnciar como una zona anónima, desposeída de toda forma, identidad o armonía. Las ideas surgen en medio del caos como  aquello que nos incita a pensar. Nos violenta el pensamiento, nos tensiona, nos agita, nos vuelve una incomodidad, una piedra en el cerebro...




Una idea filosófica, musical, cinematográfica, teatral, se distingue menos por dar una respuesta que por trazar un camino insólito donde se recorre una tierra desconocida. Un tránsito que vuelve indistinguible la relación entre el viaje y el camino, entre el caminante y el paso, el actor y el gesto... una zona indiscernible de afectación, una captura de fuerzas que arremete con todo lo que pretenda distinguirse como unidad, como objetivo, como humano, cultural o natural... una inmanencia que se afecta a sí misma...





De eso se trata un curso, de atravesar las líneas que se tienden en un campo indistinto, de buscar las hierbas que crecen emancipadas de toda raíz, de hacer crecer pequeñas aberraciones en medio de un campo amorfo... una proliferación de alianzas contranatura... una variación de intensidad, ahí es donde la vida hace su trabajo más creativo... una resonancia de la vida no orgánica...




En definitiva, un curso no debería quererse como aquello que nos indique por dónde caminar, el punto justo de cada paso, de cada sensación, de cada concepto... un curso es una propuesta a elaborar las propias ideas, una incitación sensible de las formas de pensamiento... un curso pasa más por trazar el propio mapa de fuerzas, de afectos, de perceptos, de conceptos... para dar un punto finito que convoque toda la fuerza de lo infinito... Eso es un curso... una camino por lo incierto. Una apertura, un devenir... 



Beckett & Keaton... "Film"




Alan Schneider: "Film" (USA, 1965)
Guión: Samuel Beckett
Fotografía: Boris Kaufman (B&W)
Reparto: Buster Keaton, Nell Harrison, Jamees Karen, Susan Reed
Duración: 22m. 
Sinopsis: "Film" es la única incursión de Samuel Beckett en el cine. Escrita en 1963, se rodó en Nueva York durante el verano de 1964; la dirigió Alan Schneider y la protagonizó Buster Keaton. Para el rodaje, Beckett realizó su único viaje a los Estados Unidos, en julio de 1964.

La película no tiene diálogos y sólo un sonido -un ligero "¡sssh!"-, y parte de la teoría de Berkeley "Esse est percipi", es decir, "ser es ser percibido": aún cuando se suprime toda percepción exterior -ya sea ésta animal, humana o divina- permanece la autopercepción. Sin embargo, pese a este principio filosófico, la película, como toda la obra de Beckett, contiene elementos de comedia. Buster Keaton desempeña el papel de un hombre que, huyendo por una calle prácticamente desierta, se introduce en un portal, sube por las escaleras del edificio y entra en una habitación -probablemente la suya-, donde cuidadosamente borra toda realidad exterior. Corre la cortina, tapa el espejo, echa al gato y al perro, cierra con llave la puerta, cubre la jaula del pájaro y la pecera y empieza a romper las fotos de su pasado. Sin embargo, el problema de la autopercepción sigue insoluble.

Fuente: http://www.filmaffinity.com/es/film622486.html












Pensar el cine... un diagrama...

Universidad de Verano 2014
Universidad Nacional de Mar del Plata
Curso

Pensar el Cine
Deleuze, una estética intensiva de las imágenes


Prof. Santiago Diaz
UNMdP
ludosofias@gmail.com 


En el marco del curso que se realizará en los próximos días de febrero, acercamos un programa de los indicadores que van a guiar nuestros recorrido por las relaciones entre cine y filosofía. Los encuentros están pensados en dos partes: un primer acercamiento teórico donde se desplegarán los contenidos indicados en el programa; y una segunda parte de orden práctica en el que se proyectarán fragmentos de films para ejemplificar los conceptos trabajados, además de dedicar un espacio permanente para debatir las inquietudes que el trayecto suscite. En adelante publicaremos por este medio los links de descarga del material bibliográfico y también fílmico. 




Martes 4/02
Encuentro I:
Resonancias entre filosofía y arte: Acercamiento al cine, la estética y el pensamiento de G. Deleuze.

Relaciones entre el arte y la filosofía: entre el cine filosófico y la filosofía del cine. Discusiones en torno a la estética del cine. Entre arte y filosofía: Deleuze, una estética de la intensidad. Pensar es crear: el arte como expresión creativa de pensamiento y captura de fuerzas. Una cartografía del arte: plano de composición, figuras estéticas, afectos y perceptos, bloques de sensaciones. El arte como resistencia: resonancias entre estética y política.




Miércoles 5/02
Encuentro II: 
Deleuze, una imagen nómade del pensamiento.

La filosofía de Gilles Deleuze. El pensamiento como expresión creativa. La imagen dogmática del pensamiento: Querer, Reconocer y Fundamentar. La imagen nómade del pensamiento: Trazar, inventar y crear. La inmanencia como imagen del pensamiento.  El simulacro, una ontología inmanente de la diferencia. Una dramática del concepto: rizoma, devenir y heterogénesis. Una cartografía de las intensidades: agenciamiento, máquina abstracta y multiplicidades. La subjetividad larvaria, el cuerpo sin órganos y la individuación como expresión no orgánica de lo vital. 




Jueves 6/02
Encuentro III:
Los signos del movimiento: La imagen-movimiento del cine clásico

Presentación de L’image-mouvement. Las tesis del movimiento según Bergson. El cine clásico y sus imágenes. Los sentidos del cine: Continuidad, esquema sensorio-motor y causalidad. Imágenes en movimiento e imágenes-movimiento. El plano, el encuadre y el montaje del Todo. La imagen-percepción: objetivo, subjetivo y la naturaleza en la percepción de la imagen. La imagen-Afección: rostro, potencias y espacios. La imagen-acción: entre la gran forma y la pequeña forma. La crisis de la imagen-acción: la imagen-mental como límite del cine clásico. 




Viernes 7/02
Encuentro IV:
Los signos del tiempo: La imagen-tiempo del cine moderno

Presentación de L’image-temps. La postguerra, una nueva configuración sensible del mundo. El problema del tiempo: entre pasado y futuro, lo actual/virtual. La imagen-recuerdo, la imagen-sueño. Los cristales del tiempo, entre las puntas de presente y las capas de pasado. Relaciones del pensamiento con el cine: Las potencias de lo falso, el Autómata, el Cuerpo, el Cerebro. Sonido, voz e imagen audible. La fabulación como creencia de mundo. Políticas de la imagen.





El color... lo que vemos, lo que nos mira...


EL COLOR: LO QUE VEMOS, LO QUE NOS MIRA
fragmentos sobre literatura, pintura y filosofía
juancgorlier@yahoo.com


En el bosque muchas veces sentí que no era yo quien miraba, 
que los árboles me miraban y hablaban y yo escuchaba
Paul Klee


Todo arte es sensorial pero como en ningún otro período las vanguardias modernistas insistieron en la importancia de las sensaciones para el arte y la vida.  Las sensaciones alcanzan el cuerpo directamente, sin rodeos, como un cortocircuito.  El color entra al cuerpo por los ojos y desde allí despierta otros órganos.  Por su resistencia a la palabra y a la imagen, y por su carácter inapresable, las sensaciones asociadas al color activan la creatividad y suministran un buen hilo conductor para adentrarse en la producción artística modernista.  El grupo de estudio virtual estará dedicado a analizar fragmentos de textos poético literarios, pinturas y ensayos de artistas, complementados con perspectivas filosóficas.  Los participantes tendrán acceso a materiales digitalizados (textos y pinturas) de Marcel Proust, Virginia Woolf, D. H. Lawrence, Fernando Pessoa, Claude Monet, Vincent Van Gogh, Pablo Picasso, Kasimir Malevich, Maurice Merleau-Ponty, Gilles Deleuze y Jean-François  Lyotard, entre otros.






Juan Carlos Gorlier
Doctor en sociología (Universidad de Massachusetts), Masters en Trabajo Social Clínico (Boston University), Licenciado en Filosofía (Universidad del Salvador, Argentina).  Ha publicado varios artículos y libros, entre ellos: Crítica, clínica y creación.  Deleuze, literatura, pintura (KindleBook, 2013, en preparación), Nudos del lenguaje.  Cuerpo, escritura, voz (Editorial de la Universidad Nacional de Mar del Plata, 2011), ¿Confiar en el relato? Narración, comunidad, disidencia (Editorial de la Universidad Nacional de Mar del Plata, 2008).



Cartografía de un arte impersonal


El trayecto no sólo se confunde con la subjetividad de quienes recorren el medio, sino con la subjetividad del medio en sí en tanto que éste se refleja en quienes lo recorren. El mapa expresa la identidad del itinerario y de lo recorrido. Se confunde con su objeto cuando el propio objeto es movimiento…
 

…los mapas se superponen de tal modo que cada cual encuentra un retoque en el siguiente, en vez de un origen en los anteriores: de un mapa a otro, no se trata de la búsqueda de un origen, sino de una evaluación de los desplazamientos
 

Los mapas no sólo deben entenderse en extensión, respecto a un, espacio constituido de trayectos. Hay también mapas de intensidad, de densidad, que se refieren a lo que llena el espacio, a lo que sustenta el trayecto…

 
 

…el mapa de intensidad reparte los afectos, cuyos vínculo y valencia constituyen cada vez la imagen del cuerpo, una imagen siempre retocable o transformable a la medida de las constelaciones afectivas que la determinan…


El devenir es lo que sustenta el trayecto, como las fuerzas intensivas sustentan las fuerzas motrices…


El devenir es lo que convierte el trayecto más mínimo, o incluso una inmovilidad sin desplazamiento, en un viaje; y el trayecto es lo que convierte lo imaginario en un devenir. Los dos mapas, el de los trayectos y el de los afectos, remiten uno al otro…


…el arte dice lo mismo que los niños. Se compone de trayectos y de devenires, con lo que hace mapas, extensivos e intensivos. Siempre hay una trayectoria en la obra de arte…”
 
 
Y como los trayectos son tan poco reales como imaginarios son los devenires, hay en su unión algo único que sólo pertenece al arte. El arte se define así como un proceso impersonal en el que la obra se compone un poco como un cairn, con las piedras que van aportando diferentes viajeros y devinientes (más que volvientes) que dependen o no de un mismo autor. Sólo una concepción de estas características puede liberar al arte del proceso personal de la memoria y del ideal colectivo de la conmemoración. Al arte–arqueología que se hunde en los milenios para alcanzar lo inmemorial se opone un arte–cartografía que se fundamenta en «las cosas de olvido y los lugares de paso»…
 
 
Pero hay algo que distingue esencialmente el arte–cartografía de un circuito turístico: es que corresponde en efecto a la nueva escultura tomar posición sobre unos trayectos exteriores, pero esta posición depende en primer lugar de los caminos interiores a la propia obra; el camino exterior es una creación que no es preexistente a la obra, y depende de sus relaciones internas.
 
 
Un mapa de virtualidades, trazado por el arte, se superpone al mapa real cuyos recorridos transforma. No sólo la escultura, sino toda obra de arte, así la obra musical, que implica estos caminos o andaduras interiores: la elección de tal o cual camino puede determinar cada vez una posición variable de la obra en el espacio. Toda obra comporta una pluralidad de trayectos, que sólo son legibles y sólo coexisten en el mapa, y cambia de sentido según los trayectos que se eligen. Esos trayectos interiorizados no son separables de unos devenires. Trayectos y devenires, el arte los hace presentes unos dentro de los otros; convierte en sensible su presencia mutua, y se define así, invocando a Dioniso como el dios de los lugares de paso y de las cosas de olvido….


Deleuze, G.: Crítica y Clínica.
Barcelona: Anagrama, 2009,
pp. 89-97