Pensar el cine 2014


Universidad Nacional de Mar del Plata
Universidad de Verano
Pensar Deleuze


Pensar el Cine. 
Deleuze, una estética intensiva de las imágenes.





En el marco del Programa Universidad de Verano, se dictó recientemente el curso "Pensar el cine. Deleuze una estética intensiva de las imágenes". Un curso de cine y filosofía, desde una perspectiva deleuziana. Una propuesta de pensar una estética de las imágenes desde una filosofía nómade de las intensidades, una apuesta por trazar lazos con lo no-filosófico, con esos territorios de exploración ajena que provocan una experimentación de lo nuevo. 




Lo no-filosófico emerge como aquello que hace intervenir cierta vitalidad sobre las prácticas disciplinares de la filosofía. En este caso, el cine se presenta como una oportunidad no-filosófica de experimentación sensible, o mejor, como una experiencia intensiva del pensamiento: las ideas se filman, se escriben, se esculpen, las ideas se componen... no como una idea justa, sino como "justamente una idea"...



Las ideas no son algo resuelto, o una propuesta concluida, sino un problema, un conflicto, una querella, una discusión, una ruptura, una grieta... o como decía Artaud, un "choque" en el pensamiento... Las ideas no proponen más que andar el límite, recorrer esa frontera invisible que sólo se puede videnciar como una zona anónima, desposeída de toda forma, identidad o armonía. Las ideas surgen en medio del caos como  aquello que nos incita a pensar. Nos violenta el pensamiento, nos tensiona, nos agita, nos vuelve una incomodidad, una piedra en el cerebro...




Una idea filosófica, musical, cinematográfica, teatral, se distingue menos por dar una respuesta que por trazar un camino insólito donde se recorre una tierra desconocida. Un tránsito que vuelve indistinguible la relación entre el viaje y el camino, entre el caminante y el paso, el actor y el gesto... una zona indiscernible de afectación, una captura de fuerzas que arremete con todo lo que pretenda distinguirse como unidad, como objetivo, como humano, cultural o natural... una inmanencia que se afecta a sí misma...





De eso se trata un curso, de atravesar las líneas que se tienden en un campo indistinto, de buscar las hierbas que crecen emancipadas de toda raíz, de hacer crecer pequeñas aberraciones en medio de un campo amorfo... una proliferación de alianzas contranatura... una variación de intensidad, ahí es donde la vida hace su trabajo más creativo... una resonancia de la vida no orgánica...




En definitiva, un curso no debería quererse como aquello que nos indique por dónde caminar, el punto justo de cada paso, de cada sensación, de cada concepto... un curso es una propuesta a elaborar las propias ideas, una incitación sensible de las formas de pensamiento... un curso pasa más por trazar el propio mapa de fuerzas, de afectos, de perceptos, de conceptos... para dar un punto finito que convoque toda la fuerza de lo infinito... Eso es un curso... una camino por lo incierto. Una apertura, un devenir... 



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