El trayecto no sólo se confunde con la subjetividad de quienes recorren el medio, sino con la subjetividad del medio en sí en tanto que éste se refleja en quienes lo recorren. El mapa expresa la identidad del itinerario y de lo recorrido. Se confunde con su objeto cuando el propio objeto es movimiento…
…los mapas se
superponen de tal modo que cada cual encuentra un retoque en el siguiente, en
vez de un origen en los anteriores: de un mapa a otro, no se trata de la
búsqueda de un origen, sino de una evaluación de los desplazamientos…
Los mapas no sólo
deben entenderse en extensión, respecto a un, espacio constituido de trayectos.
Hay también mapas de intensidad, de densidad, que se refieren a lo que llena el
espacio, a lo que sustenta el trayecto…
…el mapa de intensidad reparte los afectos, cuyos vínculo y valencia constituyen cada vez la imagen del cuerpo, una imagen siempre retocable o transformable a la medida de las constelaciones afectivas que la determinan…
El devenir es lo que sustenta el trayecto, como las fuerzas intensivas sustentan las fuerzas motrices…
El devenir es lo que convierte el trayecto más mínimo, o incluso una inmovilidad sin desplazamiento, en un viaje; y el trayecto es lo que convierte lo imaginario en un devenir. Los dos mapas, el de los trayectos y el de los afectos, remiten uno al otro…
…el arte dice lo mismo que los niños. Se compone de trayectos y de devenires, con lo que hace mapas, extensivos e intensivos. Siempre hay una trayectoria en la obra de arte…”
Y como los
trayectos son tan poco reales como imaginarios son los devenires, hay en su
unión algo único que sólo pertenece al arte. El arte se define así como un
proceso impersonal en el que la obra se compone un poco como un cairn, con las piedras que van aportando
diferentes viajeros y devinientes (más que volvientes) que dependen o no de un mismo
autor. Sólo una concepción de estas características puede liberar al arte del proceso
personal de la memoria y del ideal colectivo de la conmemoración. Al
arte–arqueología que se hunde en los milenios para alcanzar lo inmemorial se
opone un arte–cartografía que se fundamenta en «las cosas de olvido y los
lugares de paso»…
Pero hay algo que
distingue esencialmente el arte–cartografía de un circuito turístico: es que corresponde en efecto a la nueva escultura tomar posición sobre unos
trayectos exteriores, pero esta posición depende en primer lugar de los caminos
interiores a la propia obra; el camino exterior es una creación que no es
preexistente a la obra, y depende de sus relaciones internas.
Un mapa de
virtualidades, trazado por el arte, se superpone al mapa real cuyos recorridos transforma.
No sólo la escultura, sino toda obra de arte, así la obra musical, que implica
estos caminos o andaduras interiores: la elección de tal o cual camino puede
determinar cada vez una posición variable de la obra en el espacio. Toda obra
comporta una pluralidad de trayectos, que sólo son legibles y sólo coexisten en
el mapa, y cambia de sentido según los trayectos que se eligen. Esos trayectos
interiorizados no son separables de unos devenires. Trayectos y devenires, el
arte los hace presentes unos dentro de los otros; convierte en sensible su presencia
mutua, y se define así, invocando a Dioniso como el dios de los lugares de paso
y de las cosas de olvido….
Deleuze, G.: Crítica y Clínica.
Barcelona: Anagrama, 2009,
pp. 89-97
Barcelona: Anagrama, 2009,
pp. 89-97
No hay comentarios:
Publicar un comentario